La dieta Antiinflamatoria como su nombre lo indica, trata de buscar cada uno de esos tesoros alimenticios que benefician diariamente a nuestro organismo y que por sus características ayudan a evitar la inflamación crónica de nuestro cuerpo. Uno de esos tesoros son los frutos secos, los encontramos en la naturaleza de diferentes formas, colores, sabores y texturas, llenos de energía y nutrientes donde cada uno de ellos es fundamental para el cuidado de nuestro organismo.
La Almendra es uno de esos frutos secos que nos entrega la naturaleza y que nos aporta todo su Poder Antioxidante, parte de este efecto se debe a la vitamina E que contiene, se trata de una vitamina liposoluble capaz de inhibir la oxidación de las grasas y proteger a los tejidos corporales del daño causado por sustancias llamadas radicales libres, que son los responsables del daño celular y el envejecimiento.
Están repletas de Grasas saludables El 54% de peso de la almendra seca se debe a su contenido en ácidos grasos, cuyo tipo responde al patrón más saludable: el 65% son monoinsaturadas, como las del aceite de oliva, el 26% poliinsaturadas y solo una pequeña parte (menos del 10%) son grasas saturadas.
En estos tiempos en los que literalmente no tenemos tiempo, corremos practicante todo el día y nos cuesta mucho organizarnos para poder cumplir no solo con todo lo agendado y ademas poder llevar una alimentación saludable a ratos se vuelve muy difícil elegir alimentos que nos hagan mantener un equilibrio en nuestro organismo.
Como influye cada uno de los alimentos que consumimos diariamente es un tremendo desafío contra el tiempo
Por lo tanto, si queremos influir de forma positiva sobre los niveles crónicos de inflamación en nuestro organismo, resulta conveniente llevar un alimentación basada en fruta, verdura y alimentos ricos en fibra y probióticos. Así como reducir el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en grasa de mala calidad, azúcares y aditivos. No obstante, no olvides que esto son recomendaciones generales y que cada persona tiene unos requerimientos y necesidades diferentes que deben adaptarse de forma individual.
Todos los frutos secos tienen Las Almendras son una tremenda fuente de aminoácidos esenciales. Estos se encuentran en una proporción bastante adecuada para las necesidades específicas del cuerpo humano.
Su aporte en hidratos de carbono no es muy significativo, pero esto resulta muy interesante cuando se tiene en cuenta que la mayor parte de esos glúcidos son de lenta absorción en nuestro organismo, por esta razón las Almendras presentan un bajo índice glicémico.
Son ricas en grasas saludables, además de calcio, magnesio, fósforo, manganeso, zinc y hierro.
Otra de las propiedades de las almendras es su gran poder antioxidante. Buena parte de este efecto se debe a la vitamina E, se trata de una vitamina liposoluble capaz de inhibir la oxidación de las grasas y protege a los tejidos corporales del daño causado por sustancias llamadas radicales libres, que son los responsables del daño celular y el envejecimiento.
Ademas de todas estas propiedades, las Almendras son una tremenda alternativa a los lácteos, ya que son ricas en calcio, magnesio y fósforo necesarios para la formación y regeneración de los huesos y los dientes.
Las Almendras son ricas en Grasas Saludables la cual es una de las características mas destacables de este alimento.
La característica más destacable de este alimento es su riqueza en grasa. El 54% de peso de la almendra seca se debe a su contenido en ácidos grasos, cuyo tipo responde al patrón más saludable: el 65% son monoinsaturadas, como las del aceite de oliva, el 26% poliinsaturadas y solo una pequeña parte (menos del 10%) son grasas saturadas.
Una ración de 30 gramos de almendras cubre el 9% de las necesidades diarias de calcio (el doble que la leche en el mismo peso).
Asimismo, esos 30 gramos de almendras proporcionan al organismo el 15% del magnesio necesario al día y el 17% del fósforo.
La misma cantidad también cubre el 11% de las necesidades diarias de manganeso, el 4% de las de cinc y en torno al 10% de las necesidades de hierro.
Otra de las propiedades de las almendras es su poder antioxidante. Buena parte de este efecto se debe a la vitamina E: 30 gramos cubren nada menos que el 63% de las necesidades diarias. Se trata de una vitamina liposoluble capaz de inhibir la oxidación de las grasas.
La potencia antioxidante de la almendra también se ve favorecida por su contenido en flavonoides como la quercetina, un antiinflamatorio utilizado como suplemento en el tratamiento natural de las alergias.
Otras vitaminas presentes en las almendras son las del grupo B, especialmente de riboflavina o vitamina B2. Esta es esencial para la integridad de la piel y las mucosas, y de forma especial para la córnea: resulta imprescindible para gozar de una buena visión.
¿Para qué son buenas las almendras? La almendra es un alimento con una gran riqueza proteica y grasas saludables, así como una valiosa fuente de nutrientes imprescindibles para una dieta sana y equilibrada. Su consumo es muy adecuado especialmente en estos casos:
Su riqueza en proteínas y minerales –como calcio y magnesio– la hacen especialmente beneficiosa durante la gestación y el embarazo.
La almendra también es un estimulante de la leche materna (galactógena).
La almendra es tan rica en calcio que es una buena alternativa a los lácteos para asegurarse la obtención del calcio, el magnesio y el fósforo necesarios para la formación y regeneración de los huesos y los dientes.
Su aporte en calcio la hace imprescindible en la dieta de las personas mayores, ya que ayuda a prevenir la fragilidad ósea y la osteoporosis.
Es un alimento reconstituyente y tonificante por ser una buena fuente de proteínas, especialmente para los niños y adolescentes, y también para deportistas.
Su riqueza en ácidos grasos insaturados y en fósforo la hacen beneficiosa para potenciar el rendimiento intelectual y alimentar el cerebro. Contribuye a prevenir el bajo rendimiento intelectual, las pérdidas de memoria y los súbitos cambios de humor.
Las grasas no saturadas de la almendra constituyen un verdadero bálsamo para el corazón, especialmente sus ácidos grasos monoinsaturados, que son los que más abundan en su composición.
Esta saludable proporción de sus grasas, semejante a la del aceite de oliva, tiene la virtud de disminuir el colesterol LDL “malo” y favorecer el aumento del colesterol HDL, que ayuda a prevenir los accidentes cardiovasculares.
En un ensayo en el que se hizo consumir a voluntarios unos 42 gramos de almendras al día, al cabo de tres meses se pudo constatar que la mayor parte había tenido una importante reducción de los niveles de proteína C reactiva en sangre, un marcador de la inflamación que cuando es elevado se relaciona con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas.
Por otra parte, la presencia de flavonoides como la quercetina, las catequinas y los rutinósidos contribuye al buen estado del sistema circulatorio.
La almendra también refuerza el sistema inmunitario gracias a antioxidantes como la vitamina E, la quercetina, el manganeso y el cinc.